martes, 10 de julio de 2007

Máncora: Historia, Propiedad y Corrupción (Parte I)

El distrito de Máncora está muy próximo a cumplir 98 años de existencia política. Aún no alcanza la centuria y para muchos, inclusive para algunos autores, su origen no va más allá de la llegada de la familia “Pazos” a este actual asentamiento en los primeros años del siglo XX.
Máncora ha acumulado juventudes, quizá desde tiempos anteriores de la conquista española. Muy probablemente, en este espacio se ubicó un pequeño pueblo de pescadores, que gozaban de los productos marinos, a la vez que abastecían de agua dulce proveyéndosela de la quebrada Fernández, que desemboca en la parte noroeste del actual distrito. Este espacio permitiría alimentación y descanso a los viajeros que hacían la ruta por el camino de los llanos entre los curacazgos tallanes (asentados en los ríos Piura y Chira) y el curacazgo Tumpis (alrededor del Río Tumbes). Pese a la existencia del “camino de los llanos” incaico, éste no era una vía propiamente litoral dada la desolada geografía del tablazo que se extiende por casi toda la actual provincia de Talara.
Llegado los tiempos de la conquista española, -hacia la mitad del siglo XVI- efectuados los repartimientos por Gonzalo Pizarro, Máncora aparece como uno más, junto con el de Tumbez y Pariñas, asignado a Dn. Francisco de Villalobos. Y, a diferencia de otras poblaciones, no es reconocida en la documentación virreinal como un asentamiento de indígenas importante. En el siglo XVII, dice Pavel Elias, Máncora era una parcialidad (que junto con Tumbes, Solana y algunos indios de Amotape) conformaban el pueblo o reducción de San Nicolás de Tumbes.
En el Siglo de las Luces, realizada la Composición de Tierras de 1714, revisada la información ofrecidas por los corregidores o tenientes de corregidor, Máncora no aparece como estancia, hacienda, trapiche o potrero. Muy probablemente, no fue declarada por sus propietarios o poseedores; pero lo cierto es que existía y era muy famosa, al punto que hacia la mitad de la centuria, buena parte de la producción de mulas y caballos que se requerían para el transporte eran compradas allí. Según Reynaldo Moya, en la segunda mitad del siglo XVI fue adquirida por Dn. Benito de las Heras y Dñ. María Ramirez de Arellano, pero que al no tener hijos que heredaran tan extensa hacienda –que iba desde el río Tumbes hasta Pariñas- junto con la hacienda Pariñas fue donada a la orden religiosa betlemítica en los primeros años del siglo XVIII. Hacia 1790, la hacienda fue vendida a favor de don Juan Miguel de Larraondo. Se desconoce el precio, pero hacia 1800 fue tasada en 31 950 pesos y gravada con 5,000 pesos en capellanías y 17,000 pesos en censos a favor de la orden religiosa. El nuevo propietario no pudo honrar sus obligaciones, por lo que tuvo que ser devuelta a los hermanos del hospital de Belén.
Durante el siglo XIX, la posesión y propiedad de la hacienda pasó a manos de José Lama que a su vez la dejó a su hijo Diego. Es un tiempo difícil para la hacienda y pese a ello, el avance del pueblo de Máncora estaba más allá de las disquisiciones jurídicas en las que se pudieron verse envueltos sus propietarios, poseedores y todos aquellos que consideraban tener mejor derecho sobre la misma.
La necesidad del reconocimiento político, ve la luz en la primera década del siglo XX, con la Ley 818, del 14 de noviembre de 1908, que lo reconoce como distrito y sus límites definitivos son establecidos por Ley 15259, del 11 de diciembre de 1964. Desde esa fecha, noviembre de 1908, debe distinguirse dos espacios jurídicamente distintos: la hacienda Máncora y el distrito Máncora, que no necesariamente coinciden en su extensión o en la realización de sus propias proyecciones.
Con la reforma agraria la llamada hacienda Máncora deja de existir. Es expropiada por el Estado, pero éste, a solicitud de cuarenta y siete agricultores, cede la posesión de lo que fuera el territorio de dicha hacienda a favor del llamado “Grupo Campesino Máncora”, que posteriormente, daría lugar a una comunidad campesina del mismo nombre.
Según información de la propia Comunidad, su fundación se realiza el 24 de octubre de 1969, pero su reconocimiento como comunidad campesina data de 1989, según R.S Nro. 005.89-CORPIURA y; no obstante, suscribió un contrato de compraventa con la Dirección – Unidad Agraria Departamental II – Piura el 3 de octubre de 1975, respecto de un área de 26,226 Hás. 1,225 metros, los mismos que se encuentran comprendidos en los distritos de El Alto, Los Órganos, Máncora y Tumbes y de dicha área, 7,285.00 Hás corresponden al distrito de Máncora. Dicha información hace evidente que comunidad y distrito no coinciden territorialmente.
De otro lado, según el Censo de 1993 la población del distrito alcanza las 7 009 almas, estimándose que el año pasado, dicha población se elevó a 8 282 individuos. En un documento oficial de dicho distrito, se indica que el índice de crecimiento poblacional anual es muy reducido, porque muchos jóvenes emigran prontamente del distrito en busca de superación profesional y laboral; circunstancias que el propio distrito no ha sabido sufragar. Por su lado, la Comunidad Campesina Máncora alberga en su seno a no más de ciento cincuenta comuneros, la mayoría de ellos habitantes de la margen derecha de la quebrada Fernández y, en consecuencia, no tributan al distrito del mismo nombre.Según las proyecciones municipales, el estado y la calidad de las viviendas de los pobladores mancoreños son deficitarios, promediándose que el 50% de las mismas no presentan calidad satisfactoria de habitabilidad; la mayoría de ellas con problemas de hacinamiento. Del universo de viviendas, el 90% de sus poseedores no cuentan con titulo de propiedad. En el mejor de los casos, detentan una constancia de posesión otorgada por la Municipalidad o un contrato compra-venta realizado con la comunidad y, que, en muchos casos prefieren no presentarlo, por temor a que sea nulo, en razón de los constantes problemas de administración que presenta la vendedora. Entonces nos preguntamos ¿La Municipalidad de Máncora, próxima a cumplir 98 años de existencia, durante este tiempo ha administrado un territorio del que no puede expedir títulos de propiedad? ¿Por qué los ciudadanos mancoreños no pueden tener derecho a la propiedad de sus viviendas? ¿Podría algún ciudadano pedir un préstamo hipotecario? Aquellos que tienen una vivienda ¿tienen la certeza de que no podrán ser desalojados de aquella construcción que han levantado con gran esfuerzo? Las respuestas dependen de la Municipalidad, pero muy por encima, de la Comunidad Campesina Máncora. Nosotros sólo ofreceremos algunas pinceladas de solución.

1 comentario:

emiliojuvenal@gmail.com dijo...

Al parecer, los españoles tuvieron reducciones cerca de Tumbes y en Amotape, dejando las áreas libres para repartirlas entre los conquistadores. Entiendo que lo conocían como despoblado de Tumbes y ya el encomendero que le tocaba esa parte tenía derecho a que el curaca o mandamás nativo de Tumbes, le diera el número de "indios" (en el mejor sentido de la palabra: súbditos del curaca) como parte del acuerdo de "paz y buena vecindad" . Claro, luego permitirían gentes vivieran dentro de sus encomiendas que después derivaron en haciendas. La orilla del mar era desértica, pero con lluvias estacionales por el fenómeno del niño y a medida que te alejas de la costa empiezan los cerros de Amotape actuales, que eran feraces montañas principalmente.

Miedo

Su agenda no tenía espacios... Cada año compraba en el pasaje de la calle Lima, -que está cerca a la sede de justicia- una agenda portafolio...