miércoles, 30 de diciembre de 2020
Prostituta
lunes, 23 de noviembre de 2020
preJUICIOS
jueves, 5 de noviembre de 2020
Caminata
miércoles, 4 de noviembre de 2020
Hipocresías
viernes, 30 de octubre de 2020
Pilatos
Las cosas estaban color de hormiga. El hombre le dijo a los suyos que sería mejor buscar un refugio en las laderas de las colinas aledañas a la ciudad. Allí en las afueras de la gran Jerusalén estarían mejor que en cualquier posada, incluso mejor que en Betania, casa de Lazaro, lugar en el que de seguro los buscarían. Quizá, como decía Yaakov, sería mejor buscar un muy buen espacio para esconderse entre las ruinas de los altares de Moloch, aquellos que Salomón mandó a construir y, que tiempo después fueron destruidos por el profeta Josías.
El asunto es que no sólo daban miedo las advertencias del zorro de Herodes que amenazaba con aprehenderles, sino también los cuentos de vieja que daban espacio a esas historias de fantasmas que decían las gentes vagaban en inmediaciones del Monte de la Ofensa, espectros que robaban los recuerdos de las gentes a favor de sí mismos. Los espíritus de los recién nacidos ofrecidos en rituales al dios Moloch vagaban en las noches. Moloch era una vieja deidad cananea, de la que se decía daba voz a una estatua de bronce con ojos de fuegos y, cuya oquedad interna era no solo el horno de sacrificios, sino también la caja de resonancia para los chillidos, llantos y gritos desesperados de los ofrecidos en fuego vivo. Quienes alguna vez habían pasado por esas abandonadas geografías, en noches de novilunio, cuando las noches son más oscuras, decían se podían ver, sentir, padecer a los espectros revolviéndose en el dolor de las llamas, haciéndose insufribles sus chillidos, sus lamentos, sus requiebros. Los mismos pastores de las cercanías preferían no apacentar sus ovejas por esos espacios y, aunque la estatua de bronce ya no existía, decían que las sombras de sus víctimas ofrecían apariciones que, en algún caso, habían hecho perder el seso, sin recuperación alguna. La maldición de Josías no solo había derrumbado las piedras de que estaban hechos esos altares, se extendía al fuego que había consumido el bronce que daba forma a la deidad y alcanzaba al futuro de esas tierras: "anatema sea quien horadare estos campos con su pie, o aquel que pretenda sus pastos para sus cabras, o intente plantar una casa en sus cercanías. El maligno le alcance con su espíritu intranquilo".
El maestro los calmó: “Témanles a los vivos. El nefesh, el aliento vital, regresa a Dios, porque Él sabe de que estamos hechos ¿acaso no se acuerdan que el salmista dice 'les retiras el soplo y expiran y a su polvo retornan'?. Son sus conciencias y sus miedos los que engañan a sus ojos”. En realidad, no logró mucho. El miedo permaneció allí, confundido en sus pechos. Así, acordaron pasar la noche allí, en medio del monte de los olivos. Se acomodaron y mientras conversaban de los peligros de la “Jerusalén que mata a sus profetas”, Simeon Kefa, ben Yoná, como el mayor de todos, recordó aquella historia de algunos años antes cuando el prefecto de Judea, Poncio Pilatos, recién llegado ordenó el cambio de la guarnición disponiendo que aquella que ofrecía seguridad en Cesarea se traslade a la torre Antonina en Jerusalén. El prefecto romano prefería que sus hombres de confianza se ubicaran cerca de Jerusalén mientras que él aseguraba su tranquilidad con el antiguo destacamento romano en tierras del mítico David. Los recién llegados llevaban sus estandartes, en los que aparecía la imagen del César, deidad a la que rendían pleitesía y que, habían dejado caer desde los torreones más altos de la fortaleza Antonina. A los jerosolimitanos de esos días y a los demás fieles judíos y galileos no les vino bien el espectáculo ¿Cómo se atreven a exponer deidades profanas e ídolos humanos a pocos metros de gran templo de Yavéh? Entre los naturales de la ciudad, gentes del campo y peregrinos de las provincias helénicas se formó rápidamente una muchedumbre que decidió caminar los más de cien kilómetros que les separaba de la casa del prefecto para hacer saber sus reclamos con la intención de que fueran retirados esos estandartes. El grupo de gentes casi que llegaba al medio millar y, la distancia lograda a pie, hacía presumir que algún ecuestre pudiera haber adelantado la noticia a la autoridad romana. El destacamento militar les esperaba armado hasta los dientes y, debidamente posicionado para repeler algún ataque.
Un par de hombres pidieron hablar con Pilatos, pero nadie les atendió. Nadie hizo eco de sus pedidos. Las horas se sucedían lentamente. Los guardias al advertir que las armas más letales eran algunos garrotes de madera, pedreras de cabuya y quizá algunos cuchillos que se escondían entre sus ropas, bajaron la guardia. Los hombres, aquellos que parecían los más instruidos en la leyes de Moisés pero también en los acuerdos con Roma, volvieron a insistir hasta que en el día quinto –cuando buen número de advenedizos ya se habían retirado- fueron atendidos por el tal Pilatos. “Parecía un hombre rudo”, dijo el hijo de Jonás y, luego añadió que desde la tribuna desde la que hablaba, les amenazó con darles muerte "si mantenían su oposición a los emblemas de la divina autoridad del emperador” y, mientras lo decía los soldados desenvainaban sus espadas… El miedo empezó a inundarles. Allí, inspirados por el ejemplo del viejo Enoc, que adelantó sus pasos, se puso de rodillas y ofreció su cuello, mientras decía: “Es mejor morir a que trasgredir los mandatos de nuestro Dios… El nos liberará del yugo”. Los otros, los que aún permanecían allí, replicaron la escena con sus propios cuerpos. En silenció ofrecieron sus testas. Unos minutos después, el rudo Pilatos hizo ingresar al viejo Enoc a su palacete. Un tiempo después, éste salía con una sonrisa de satisfacción. El prefecto había decidido retirar los estandartes. Un mensajero salía por un extremo hacia Jerusalén.
Yehudá Tadiyah y Matatiyah no parecían convencidos con el relato de Simeon Kefa, en la que se daba cuenta de un Pilatos misericordioso . El asunto era distinto: ahora era una circunstancia en la que se habían enunciado como seguidores del “hamashiaj”, del ungido de Dios, del enviado de David, del llamado para liberarles de la opresión. Ese hombre, que aquella vez había cedido, era probable que ahora se comporte de manera diferente, conforme a la crueldad con la que había actuado en otras veces. Y no solo era él, detrás también estaban los saduceos, esos usurpadores de la Casa del Bendito, que no hacían más ofrecer loas a la autoridad romana con tal de no perder la mamadera: la administración de las ofrendas y los dineros del templo. Matatiyah remató sus desconfianzas con aquella historia más cercana en la que gobernador romano mató a un grupo de galileos que se opusieron a la construcción de un acueducto con las ofrendas del templo. Y de esos hechos apenas había pasado algo menos de un par de años. Por eso, finalizaron diciendo: “ese hombre es implacable, de espíritu vengativo, de temperamento furioso”. Y todos cuchicheaban de otras acciones de semejante factura.
El maestro pidió un poco de silencio, les ofreció algunas palabras de aliento y les invitó, en ese momento, a pedirle a Altísimo, les inspire y de fortaleza de espíritu para la tarea emprendida. Cada quien buscó un lugar apartado. Unos para atenta vigilia, otros para ofrecer sus oraciones y, un tercer grupo para soñar con un mañana mejor.
viernes, 16 de octubre de 2020
Sobre la novelada vida de Jesús
Argumentos de semejante factura también se expusieron cuando en los finales del siglo XIX se discutía la introducción del matrimonio civil en el país. Carlos Ramos Núñez, en un viejo texto de historia del derecho civil peruano, recoge una carta de un obispo limeño, un tal Bandini, en el que auguraba: “Degrada la altísima dignidad a que el cristianismo elevó a la mujer, la vuelve a arrastrar sin piedad ni compasión a los antiguos templos de las falsas divinidades, en los que era lícito ofrendar el pudor con mengua de la virtud”. Anunciaba el prelado, que la pretensión de un matrimonio distinto al eclesiástico, sería la causa de muchos males, de la malformación de la sociedad, de... la proximidad del fin del mundo, digo, del fin de la sociedad cristiana.
En medio del pasado siglo XIX, el Estado peruano reconocía una tipología de hijos (harto aberrante en estos días). Según Trazegnies, se distinguía a los hijos con los siguientes calificativos: legítimos, naturales, adulterinos e ilegítimos. En mérito a las circunstancias históricas en las que vivíamos las instituciones tutelares no dijeron nada. Les parecía bien, pero en realidad, algo tenía que cambiar: había quienes decían que esas distinciones eran muy discriminatorias y, exponían epítetos, que se trasladaban también a la madre. En la vida ordinaria una mujer casada tenía más derechos (de los poquitos que se les reconocían) que una que no lo era y, aquella que sin estar casada tenía hijos, pasaba a ser un poco menos que escoria. La dignidad de la mujer, en pocos términos, venía disminuida, pero la preocupación eclesial se centraba en la administración de un poco de poder: la tenencia de los libros registrales de los matrimonios y su capacidad jurídico-civil de reconocimiento de la actuación eclesiástica.
Esas diferencias han venido disminuyéndose con el tiempo, empero no han desaparecido. Aun cuando nuestra legislación ya no tiene la distinción entre los hijos, todavía en los corrillos sociales aparece de vez en cuando esa diferencia: ¿recuerdan que hace algunos años a una periodista de espectáculos le enrostraban que era la hija ilegitima de un policía por el hecho de que había nacido –si la memoria no me falla- por fuera del matrimonio? En realidad, esas diferencias, inexistentes en la ley, siguen vigentes en la realidad y han motivado intervenciones del Tribunal Constitucional, para salvar diferencias cuando alguna institución privada pretendía distinguir entre los hijos y los hijastros que viven bajo el mismo techo. Esa decisión dio lugar al reconocimiento de las familias ensambladas. Las diferencias siguen vigentes, cuando instituciones religiosas piden que para postular a alguna entidad pública –que dirigen por convenio entre la Iglesia Católica y Estado Peruano- exigen que los niños que pretendan educarse en sus aulas sean bautizados. ¿Qué hace más? ¿Ser bautizado te hace diferente o mejora tus cualidades para adquirir formación escolar?
Las estructuras sociales se han ido modificando con el trascurso del tiempo. Habrán muy pocas personas que sostengan hoy que la diferenciación entre hijos: espurios, legítimos, falsos, matrimoniales, etc. es mejor que aquella otra que fundada en la dignidad de las personas y en la igualdad ante la ley prefiere decir que todos son hijos –y por tanto tienen los mismos derechos- independientemente de sí provienen de una relación matrimonial, convivencial, de un choque o fuga, o de un acto violento. Hemos evolucionado en ese aspecto. Ese progreso ¿puede aplicarse a nuestras vivencias religiosas? Hay quienes consideran que, aún estamos en aquellos tiempos en los que las verdades de fe son incontrastables y deben asentarse en nuestras conciencias sin dudas ni murmuraciones, bajo la pretendida intención de que, la feligresía es incapaz de entender la racionalidad que se esconde detrás de esas verdades (si es que hubiera alguna) y por eso elevan sus voces con ojos desorbitados: “no lo lean, no lo vean, no lo escuchen”. ¿Aun es posible –en pleno XXI- asumir la comparativa de feligresía y rebaño de ovejas? Recuérdese que en algún tiempo de la historia se predicaba la inerrancia del texto sagrado y por eso se condenó a muchos científicos. Hace algunos lustros los papas han reconocido que esas condenas nos avergüenzan; también –en algún tiempo de la historia- se defendía con fervor la infalibilidad del Santo Padre, pero a Francisco no se le ocurriría salir a decir que sus palabras son poco menos que la dios… De hecho, en más de una vez, el mismo se ha corregido a sí mismo.
Y la pregunta que está detrás es ¿Por qué no mirar esa historia novelada de la vida de Jesús con ojo lúdico? O mejor ¿Con ojo crítico? Quizá sería hasta mejor hacerlo con ojos ecuménicos: ¿Que hay en ella de verdad que me permita comunicarme con aquellos otros que adoran al mismo dios, pero que lo interpretan distinto? Los fieles del siglo XXI ya no solo los ignorantes del Medioevo que requerían de las esculturas de piedra y los “dibujitos animados” de las cornisas de los templos para la asimilación de la fe. El nuevo milenio exige nuevas formas de entender la fe y de relacionarse con aquellos que la viven de modo diferente. Si me preguntan sobre el asunto de la vida de Jesús… véanla y, si algo no entienden, pregúntenle a sus… pastores.
El progreso se lee a la luz de una pantalla y ella es la cornisa de los nuevos tiempos. La fe es importante como también es importante reinterpretarla desde la perspectiva del progreso que nos regala la historia. De hecho, desde las nuevas tipologías, ¿No sería mejor pensar que la icónica y modélica familia cristiana es también una de las que ahora llamamos "ensamblada"? ¿José no es, acaso, un papá putativo? Eso, estoy seguro, permitirá entender, por ejemplo, la situación de los divorciados. Sin embargo, todavia no está escrito en tu catecismo.miércoles, 7 de octubre de 2020
ATEnción
martes, 25 de agosto de 2020
Secretos
sábado, 22 de agosto de 2020
Efervecencias
viernes, 21 de agosto de 2020
Eufemismo
miércoles, 22 de julio de 2020
Lulav
lunes, 15 de junio de 2020
Sepultura
jueves, 28 de mayo de 2020
Conversión
miércoles, 20 de mayo de 2020
Esfuerzo
martes, 19 de mayo de 2020
Camisa
viernes, 8 de mayo de 2020
Indicios
Desde esa perspectiva, la historia se parece a los procesos judiciales: Juan es culpable del delito tal, solo sí existen elementos de prueba que permitan asegurar la certeza de esa afirmación, pero de eso no pretendo decir más que, toda investigación histórica o procesal-penal siempre pasa por una hipótesis desde la que se empiezan hilvanarse el resto de lo que viene después. Regresemos a la historia: en lo vivido por el ser humano, desde que éste tiene la condición de tal, se tiene por hecho y valido experiencias que pueden repetirse en las distintas geografías y tiempos.
Desde la opción de la reiteración de las conductas humanas, la experiencia enseña que lo que ocurre en un determinado lugar y tiempo se repite en otro, con determinadas especificaciones que lo distinguen. Así, por ejemplo, el hombre suele ubicarse en aquellos espacios que por su fertilidad aseguran el alimento para el grupo humano en que se desarrolla, que el acceso al agua dulce en más de una vez ha dado lugar a conflictos humanos de trascendencia,que el ser humano suele alimentarse con los alimentos que se producen en el espacio en el que viven. La quebrada Fernández, ubicada en el límite entre Piura y Tumbes y que, proporciona agua a los poblados de Máncora y Los Órganos, es el más grande acuífero existente en este sector de la geografia piurano-tumbesina, después de los ríos Tumbes y Chira, ubicados en los dos departamentos citados. En tiempos de lluvia, dicha quebrada posibilita agua superficial hasta un año o año y medio después de terminado el periodo lluvioso; además de contar con explanadas y terreplenes naturales que facilitan el cultivo de hortalizas y arboles frutales. La cercanía costera posibilita acceso al mar pero también a un ecosistema especial dado el encuentro de aguas dulces y saladas que dan lugar a un estero, que es muy probable que el pasado fuera aún más extenso de lo que las proyecciones urbanas permiten en estos días.
En realidad, decir que en los tiempos de las culturas autóctonas el estero mancoreño era más extenso no es un asunto que me conste, tampoco es que se haya efectuado algún estudio sobre las capas formativas de la superficie de ese espacio, pero lo deduzco a partir del hecho de que en los últimos años la población ha crecido y bordea ese estero y, en algunos espacios, hasta le ha ganado terreno a lo que antes era un pantano. Esa misma deducción la extendemos al hecho de anunciar que desde muy antiguo el hombre ha habitado en las proximidades de dicho acuífero. Sin embargo, no se trata solo de un enunciado huero, pues desde los días de mi niñez, en el sector de La Huaquería, que es una pequeña vega que se ubica entre el puente que cruza la quebrada y la población Angolo B, se decía que se podía encontrar vasijas, huacos u objetos utilitarios de colectivos humanos que habitaron en ese sector. Sin embargo, esos hallazgos de gentes neófitas en asuntos de arqueología, solo dan cuenta de esos asentamientos sin permitirnos conocer la naturaleza de los mismos: agricultores, pescadores y, si pertenecía a tal o cual cultura o, simplemente identificar el periodo temporal en que se asentaron.
Hace algunos años -quizá 12, a lo mejor 15- con ocasión de una avenida pluvial, la quebrada Fernández erosionó parte del talud en el que se ubica el caserío Angolo B, exponiendo las bases de una construcción habitacional, además de uno o dos cráneos, que nos dan noticia de que en ese espacio es probable también se estableció algún asentamiento humano. Y no sabemos más. Nos enteramos -por las noticias- que también se encontraron vasijas de color rojizo, pero nada más. ¿se trata esa construcción una que corresponda a los tiempos prehispánicos o es posterior? ¿Esas vasijas o restos de vasijas correspondía a las utilitarias que se destinan a los quehaceres diarios o se trataba de un ornamento funebre? ¿Había algún vestido que cubriera esos restos? Y nuevamente las mismas preguntas: ¿De que tiempo datan esos hallazgos? ¿Son de la cultura Vicus, Tallán o quizá es un asentamiento incaico? Es más, en la medida en que no hay ningún estudio serio sobre esos hallazgos, la sospecha de su antiguedad puede traernos a tiempos más cercanos: ¿Podría tratarse de algún establecimiento posterior a los españoles?
Existen algunas prospecciones realizadas en áreas más extensa relacionadas con la búsqueda de hidrocarburos que reconocen esos vestigios; empero es insuficiente para poder anunciar si nos encontramos o no ante un "complejo arqueológico"; empero la sola omisión estatal nos da idea de la poca trascendencia de dichos asentamientos; pues si se tratara de un descubrimiento de importancia, hace buen tiempo que el Ministerio de Cultura ya hubiese intervenido el lugar para definir el área y declararla intangible. Mientras tanto, solo podemos decir que, antes que nosotros, en áreas próximas al actual asentamiento del poblado de Máncora hubo otros que nos antecedieron en gozar de la serenidad de su clima, de la frescura de sus aguas, de la calidez de su sol.
miércoles, 29 de abril de 2020
Anécdota
Los demás, medio que lo acomodaron en una banca, y siguieron en el jolgorio... la estridencia musical, las voces chillonas de la mayoría, los bailes de esos días, los chistes y tonterías de juventud llenaron lo que quedó de la noche... el chiquillo seguía dormido, pero el sol ya amenazaba con salir y el dueño de "La Calesa" ya invitaba al retiro. Se le intentó despertar, pero seguía roncando, las cachetadas que se aguantó apenas las sentía; el sueño y él, eran la misma cosa. La pregunta llegó ¿Y que hacemos con este bulto? (o bultito para ser precisos). Las mototaxis en esos días todavía estaban permitidas de ingresar el centro de la ciudad, por lo que dos más altos del grupo, lo subieron en una de ellas y se dirigieron hacia la zona oeste de la ciudad. Una cuadra antes de su casa hicieron vanos intentos por despertarlo... nada. ¿Y ahora quien habla con sus viejos? -"Habla tú". -"No... tú que los conoces". Nadie quiso enfrentarse a la posible reprimenda que pudieran darles los papás del amigo que sufría en su cuerpo los estragos del alcohol. Bueno pues... "Que sea lo que Dios quiera", dijo el más alto. (que tendría que ver Dios en ese asunto, pero bueno...)
Al llegar a la puerta de la casa, el miedo no se iba; por lo que con mucho cuidado bajaron al chiquillo y lo pararon sobre la puerta, haciendo que con sus flacuchas piernas guardara un delicado equilibrio... entre su cuerpo y el suelo se formaba un ángulo de más o menos setenta y cinco grados... Tocaron la puerta. Aún no amanecía pero por a través del vidrio notaron que una mujer se aproximaba y, en cuanto sintieron que estaba al pie de la puerta, salieron corriendo para alcanzar a la moto que les esperaba a unos cuantos metros con el motor encendido... Al abrirse la puerta de la casa.... puuuuuummm. Un golpe seco removió los cimientos... cayó como cochinada... La mujer solo atino a decir "Ay mi hijito... hijito de mis entrañas" (más borracho, el puta). La mujer se arrodilló para recogerlo y sólo pudo ver una moto que se alejaba... Sus acompañantes ni siquiera regresaron a mirar.
El lunes siguiente, ese chiquillo mostraba un moretón en la frente... La única señal visible de que aquel sábado anterior fue la noche en que se quedó dormido... en la puerta de su casa. "Buenos días" dijo y se sentó casi al final del salón.
domingo, 26 de abril de 2020
Estafa
Al finalizar, en los pasillos, un esmirriado muchachito, de ojos rasgados y de corte de cabello tipo militar dijo que el caso se encuadraba en el art. 244 del Código Penal (¿concentración crediticia?)... Los demás, todos los demás, decía que el caso se tipificaba en el art. 196 del Código Penal. Ante la abrumadora mayoría se quedó callado, prefirió el silencio... (probablemente pensaba en que había jalado la práctica).
Unos días después, cuando le entregaron su examen. La profesora hizo que se identificara... se puso de pie y le preguntó ¿No sabe acaso que desde el año 1991 tenemos un nuevo Código Penal? ¿Por qué ha resuelto el problema con el Código de 1924? El chinito en su apuro, había pedido en la biblioteca un Código Penal y le alcanzaron el último que quedaba en la estantería. La demanda de códigos había sido alta. Aprobó la práctica por sus argumentos.
Esa noche compró su código "Editorial Berrios" en la "Librería Universitaria", uno de los distintos estantes de ventas de "libros de toda laya" que se ubicaba donde ahora se encuentra el edificio del Ministerio Público.
"Mixión"
El hombrecito aquel, con su probable metro sesenta de estatura, enfundado –a veces en un saco marrón- y escondido detrás de unos lentes gruesos con marco oscuro, se hacía odiar con sus preguntas, pero a la vez, obligaba a estar atentos porque cualquier cosa –en la amenaza del docente- podía venir en las prácticas o en los exámenes. Allí, sentado desde su pupitre –muy pocas veces utilizaba la pizarra- con la ayuda de sus cuartillas, las dejaba pasar una tras otra, mientras pretendía que sus interlocutores reflexionaran consigo acerca de nuestro pasado histórico.
Algunos textos de los precursores nos hicieron malquerer a su antecesora, pero ahora vienen a mi memoria el "Elogio del excelentísimo señor don Agustín de Jáuregui y Aldecoa” de Baquijano y Carrillo y algún otro fragmento de la “Carta a los Españoles Americanos” de Juan Pablo Vizcardo y Guzmán. Posibilitaron esas prácticas de marcar con alternativas múltiples, en las que te podías encontrar con las posibilidades de solución siguientes, siendo solo una la correcta: 1. Solo a es verdadera, 2. Las respuestas b y d son falsas, 3. Todas son verdaderas, 4. Las respuesta a y c son correctas, 5. Ninguna es correcta. Eran en realidad, exámenes relacionados con la historia, pero fundamentalmente de comprensión de textos.
En alguna oportunidad, sin embargo, ante la calamidad de los resultados de las prácticas anteriores, prefirió una práctica de respuestas abiertas, con preguntas que probablemente no estaban en el cuaderno de apuntes, pero en los que la información anotada era materia prima para el tema. Una en la que preguntaba acerca de las fundaciones de las ciudades españolas en el virreinato peruano, que se relacionaba con una disertación del profesor Del Busto celebrada en el auditorio del CUM y, otras preguntas relacionada con el mestizaje y el origen del Perú como nación y la importancia del pensamiento de algún precursor independentista. Era como si hubiera llovido luego de una larga sequía… sequía de buenas notas, o al menos, de esperanza de buenas notas.
El día de la entrega de notas, iba llamando a cada uno para alcanzarle su hoja de respuestas. Solía doblar la esquina superior derecha para que los curiosos –dígase los de los primeros asientos- no pudieran ver la calificación. Hasta que llegó el turno de… Piedrita (es mejor así). Lo miró y sonrió con sorna “¿Qué es el mestizaje?”, le preguntó… El muchachito pretendía dar una respuesta, pero el profe le hizo una señal de silencio y, pasó a leer el contenido de la respuesta anotada en el papel: “Es el fruto de la «mixión» del indígenas y españoles”. Y continuó: “¿Es que acaso los naturales y los chapetones decidieron hacer la pis juntos? Esa palabra no existe y lo que Ud. quiere decir no lo ha dicho. Le soplaron mal o Ud. no supo escuchar”, remató. Le entregó su examen sin dejar de sonreir.
Miedo
Su agenda no tenía espacios... Cada año compraba en el pasaje de la calle Lima, -que está cerca a la sede de justicia- una agenda portafolio...
-
Hay una calcomanía, pegatina, adhesivo, que suele estar en los vehículos automotores. Es una elipse de fondo rojo con un delgado filo azul d...
-
El hambre era más. La tarde aún alumbraba, amenazaba con desaparecer pero el cansancio y la necesidad de su alivio exigían atención. Una gar...
-
“¡Eres bien huevona, ¿no?!” Las mujeres de alrededor se sonrieron con gusto. “Me dices que te condenaron por vender droga en tu casa, que...