martes, 3 de diciembre de 2013

Franz-Peter Tebartz-van Elst

¿Sabe Ud. quien es Franz-Peter Tebartz-van Elst? Quizá no le interese. Es un señor que ha sido ungido con el aceite sagrado y ejerce de obispo en una ciudad alemana y que se encuentra en el ojo de la tormenta. Su frondosa economía diocesana se ido por la borda al desatender a la pobreza como opción de vida. Sus propios sacerdotes le piden que  renuncie, agentes vaticanos le han visitado con ánimos inquisitoriales y hasta sus feligreses se siente avergonzados de su conducta. Súmesele el hecho de que la fiscalía alemana lo investiga por perjurio, por el hecho de haber mentido frente a un tribunal hasta en dos oportunidades. Otros medios sostienen que se trata de la presentación de declaraciones juradas falsas. En cualquier caso, se presume que bajo juramento –poniendo a Dios como testigo- ha ofrecido afirmaciones falsas. ¿Qué queda para los demás?
El hecho de que las modificaciones de la casa episcopal hayan costado 31 millones de euros lo ha puesto en vitrina. Es posible que un proyecto arquitectónico tenga dicho valor: en ello se ha de tener en cuenta la puesta en valor como monumento cultural, los detalles arquitectónicos, la calidad de los materiales, la extensión de la construcción, etc. Los cuestionamientos vienen por dos flancos: ¿Cómo es posible que el proyecto que inicialmente costaba tres millones de euros requiera finalmente la cantidad de treinta y un millones? ¿Por qué una casa episcopal ha de requerir la construcción de pasillos y pasadizos subterráneos? Los fieles de la diócesis de Limburg ya está pidiendo cuentas de lo que hacen con sus limosnas. El asunto es que no está solo: se cuestiona también a su Vicario General Franz Kaspar, pues junto que éste son quienes manejan los dineros con los que se hace el pequeño monumento.
Las interrogantes llegaron –inicialmente- por informaciones de la prensa que cuestionaba al obispo por la calidad de los boletos de avión que utilizaba en sus constantes viajes. Alguno a la India, Bangalore, donde el citado pretendía hacer labor social con los niños que son explotados en las canteras de piedra de dicho lugar. Para llegar allí tomó dos boletos primera clase y, sin importar la comodidad del asiento en sí misma y los servicios complementarios que pueda suponer, la pregunta era ¿cómo se puede hacer labor social en lugares pobres ostentando el mayor poder económico? ¿Acaso pretendía comprarles a esos niños las piedras en las que trabajan para paliar los vacíos de conciencia?  No se pretende hacer “leña del árbol caído” pero la insensatez merece también ser atendida.
Según nuestra realidad próxima es más fácil ostentar a través de otro. Algunas órdenes religiosas para evitar cuestionamientos que hagan mella en su obligación de pobreza –en la que libremente se comprometieron- a través de sus miembros principales o los de mayor confianza se conforman en asociaciones civiles o mercantiles y, aprovechando el buen nombre que asegura el respaldo de la institución religiosa, hacen sus mejores dineros con la venta de bienes raíces o de pasajes para el cielo. Y claro, es muy fácil alegar –en caso de cuestionamientos- que una cosa es la organización religiosa y otra distinta la persona jurídica civil-. No hace falta tener más de dos dedos de frente, para darse cuenta que si la organización civil está conformada por los mismos que conforman la sociedad religiosa –o cuando menos por los más importantes- son –en los hechos- la misma cosa aunque jurídicamente aparezcan distintas. Esas asociaciones se comportan como personas jurídicas de fachada, como organizaciones testaferras para con la congregación religiosa, a efectos de que ésta pueda hacer en el orden estatal aquello que los cánones eclesiales les impiden. Es la forma como se le saca la vuelta a las recomendaciones del buen Francisco para que los que decidieron por la vida religiosa se comporten y se ejerciten en “coherencia con la pobreza”. El deber de transparencia con el que se califica la actuación de las autoridades civiles, también debe ser exigida a las hablan en nombre de la Divinidad, pues si bien les compete “el cuidado del rebaño”, a éste también le interesa que las cuentas sean claras como el agua.
Publicado el 14 de octubre de 2013 en diario El Tiempo de Piura.

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