viernes, 5 de abril de 2024

Cementerios

"¿Cuándo le encontraste el gusto a los cementerios?" Esa mañana hicimos caminata por un pista de tierra que nos condujo a una geografía empinada. Caminábamos en paralelo a la orilla del mar, y nos alejamos de ella, cuando menos en altura. En la parte alta, en el extremo norte de la vieja ciudad se ubicaba su cementerio. Su construcción perimetral no decía lo mismo de su contenido.... parecía de contemporánea hechura, aunque quizá, solo quizá, pudiera haber padecido una refacción de sus paredes.

El sol aun no dejaba sentir sus incandescencias y, esa caminata nos ayudó a acomodar el opíparo desayuno de esa mañana. El arrullo de las olas que nos hacían fácil la conversación aún lo podíamos escuchar en esta sepulcral visita. "Hemos ido a varios cementerios, Piura, Lima, Máncora... Trujillo... ahora éste ¿No sería mejor estar allá abajo mojándonos en las espumas del mar a que mirar sepulcros?" Me lo decía con una sonrisa de reproche.

Mis jadeos, ocasionados por el cansancio de la caminata, solo me permitieron replicar: "El mar, siempre será mar, pero esas tumbas de seguro guardan secretos que pueden evaporarse con el polvo en el que nos convertimos".  Arriba, ya en las proximidades, un Cristo, de fea hechura, desproporcionado, espera a los visitantes. Sus brazos son más largos de lo necesario y... "se ven pesados". Así terminaste la idea. Nos metimos por entre los cuarteles del cementerio y, nos encontramos con un hombre que llenaba un balde de agua: ¿Cuál es el sector más antiguo? Nos señaló con la mano hacia un espacio circundado de nichos... Al caminar dándole la espalda, escuchamos su voz, algo avejentada: "Son días de luna, tengan cuidado con la Dama Blanca". Le levantamos la mano en señal de agradecimiento.

El espacio nos regalaba un rectángulo con una sola entrada rodeado de nichos ordenados en filas y columnas. Se veían viejos... Parecía que nuestros ojos estaban frente a una foto con efecto sepia... En realidad no. Era la realidad de la muerte, de gente muy antigua de la que solo quedaban sus nichos, a los que además, el tiempo había decolorado... Avejentados como estaban, más de uno solo mostraba la tapa y, las letras habían desaparecido dejándonos una nada, un vacío de saber acerca de quien era su inquilino.

"¿Será un varón?" Nunca lo podremos saber. Revisada la ordenación de los sepulcros no había distinción de sexos y, parece que tampoco de tiempos. La fecha del que estaba "abajito" era menor a la que estaba en su lado derecho y, la de arriba tampoco parecía tener un orden cronológico respeto de las que le circundaban. Solo nos quedaba como remedio la especulación: "Quizá es una mujer, que tuvo varios hijos y, aquellos que le rodean sean sus familiares cercanos". No lo sabremos. Lo que puedo decirte de ese desorden es que es muy probable provenga de la compra anticipada de sepulturas o, de la capacidad económica de sus familiares: cuanto más alto se ubique el nicho, su precio es menor. Los nichos que están más cerca a la tierra cuestan más porque facilitan el cuidado y limpieza de los familiares".

Te sonreíste. "¿Y no debería ser al revés? Los nichos que están más arriba están más cerca del cielo, entonces deberían costar más. Los de la tierra, por terrenales, debería tener un costo menor". Nos dio gracia la idea... a ambos. Salimos del cementerio y, nos acercamos al Cristo de los brazos abiertos. En un lateral decía, a modo de firma: "Juan Ancajima Rumiche". Ambos caimos en la cuenta de que eran apellidos piuranos y sospechamos de nuestra paisanía. El internet confirmó nuestras sospechas: el escultor es oriundo de Morropón.

El regreso a la ciudad fue motivo para conversar de la altura como señal de cercanía a Dios, de la torre de Babel, de las catedrales góticas europeas y, de las opciones de proximidad con la divinidad cuando nuestros cuerpos eran sepultados en las criptas y altares, ábsides y naves de las iglesias... Pero ese... es otro cuento.

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Su agenda no tenía espacios... Cada año compraba en el pasaje de la calle Lima, -que está cerca a la sede de justicia- una agenda portafolio...