¿Has oído la expresión 'chivo expiatorio'? De seguro que sí. Digamos que es una expresión con que se hace referencia al pago de la culpa de una persona por otra distinta, a la que gratuitamente o por contraprestación, se le impone un castigo. Es un acto de simulación y, de ordinario, se vincula a los procesos penales o administrativos sancionatorios. Pero ¿sabías que la idea proviene de la cultura hebrea? ¿Qué se origina en un rito simbólico religioso de los hijos de Abraham? Y estoy absolutamente seguro que desconoces que se vincula a una deidad obscura de nombre Azazel. En el libro de Levítico 16, 7, se detalla: “Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Yavéh, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Yavéh, y otra suerte por Azazel”. ¿Quién es Azazel?
En la angelología lóbrega, se dice, que Azazel es uno de los ángeles caídos. Es el compañero de Semyazza, aquel que convenció a Yaveh para que los ángeles –los que quisieran- puedan bajar a los terrenos adánicos para cohabitar con la humanidad, con el afán de enseñarles el temor de dios, la disipación de las pasiones, la compostura en la actuación. Lamentablemente, al igual que su compinche, quedó prendado de la belleza femenina y, tuvo sus hijos. No se tiene noticias de sus nombres y tampoco se sabe de con quién los tuvo y; a diferencia de su compañero de aventuras que se atemorizó de la ira de dios e intentó reconducir su conducta y, se infligió un castigo hasta la espera de juicio final, Dn. Azazel no se arrepintió de nada. Al contrario, aprovechó las debilidades más profundas de la humanidad: mientras a las mujeres les engalanaba la vanidad con joyas, dijes, espejos, velos de colores, alhajas y demás chucherías; a los varones -al enseñarles el arte de la guerra, la estrategia, la forja de armas- les hacía caricias sobre sus arrogancias. Se aseguró con ello, la competencia de las damas entre sí. La exaltación de la femineidad no sólo suponía buscar a la mujer más hermosa de la tierra, o –como dirá un cuento de posterior aparición- hacer la pregunta de rigor al reflejo: “espejito, espejito ¿Quién es la más bonita de este reino?”; sino que, las exponía como causa de rivalidad entre los hombres. Los señores, en particular, los emperifollados de este mundo, peleaban entre sí por tener a la mujer más hermosa y que a la vez reúna en sí misma otras cualidades como la fertilidad, la devoción a dios y la capacidad de hacer bien las cosas. No por las puras Abraham, el que salió de las tierras de Ur, envió a su criado Eliezer a que se devuelva a la “santa tierra” para buscar a una mujer que sea aparente para su hijo Isaac. El hombre sabía lo que necesitaba y ensilló varios camellos llenos de regalos. Cuenta el amanuense que, el viejo capataz de Abraham se apostó cerca de un pozo y esperó a que bajaran las muchachas por sus carguíos de agua y, fue Rebeca, una doncella, joven, bienhadada, hacendosa la que le fue mostrada como la elegida. En agradecimiento por el ofrecimiento de agua y pasto para su camellada, le puso sobre sus manos unos pendientes y en cada muñeca acomodó brazeletes de oro de muy buenos acabados ¿podría ella resistirse a semejantes regalos?
No nos apartemos. Azazel no solo aprovechó la vanidad de las mujeres para exaltarlas; sino que también se valió de la irascibilidad masculina para hacer de ésta la rueda en la que se ha movido la historia: la guerra. Le enseñó a los hombres, en general, la metalurgia. Todas las técnicas para extraer los metales contenidos en las oquedades de la tierra. En la mejor de las oportunidades, fue motivo de herramientas para la agricultura: arados, estructuras para la carga, palas, machetes; en circunstancia menos venturosa, para hacer flamear la belleza: objetos ornamentales para uno u otro sexo; en la maldad suma, para que se maten unos con otros. Las flechas, fechas, cuchillos, espadas, lanzas tenían en uno de sus lados la marca “Azazel, el forjador de metales”. Tal parece que esa fue su venganza contra dios: Si Yaveh no nos da otra oportunidad, entonces su mejor creación tampoco la tendrá y, les ofreció motivos y herramientas para la muerte.
El asunto es ¿Por qué en la biblia se ofrece la suerte de un macho cabrío para este ángel caído? Hay muchas versiones explicativas. En los días nuestros, se cree que la palabra allí expuesta no hace referencia a ningún ángel caído y que solo se trata de una “palabra homófona” y, que debería traducirse como “la cabra que desaparece”; en razón a que el rito de expiación, en Levitico 16, supone que uno de los animales elegidos, en que cae en suerte para Yavéh se ofrecerá en expiación, pero “el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Yavéh para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto”. La idea es que el sacerdote pone “sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto”. El animal de seguro se perdía en el desierto y moría de hambre y de sed. Otros sostienen que el encargado de llevarlo al desierto, en realidad, lo llevaba y lo despeñaba en alguna profunda oquedad. Otras versiones, desde la conjugación de lo que se dice en la biblia y de lo que anuncia en los libros apócrifos y demás literatura mitológica, aseguran que luego de que los ángeles caídos expusieron su debilidad por las hijas de Adán y de llenar el mundo de “gigantes”; otras deidades acompañantes de Yavéh, -dígase Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel- le ofrecieron ir en busca de Azazel. Luego de dura batalla lograron derrotarlo y, en castigo lo encadenaron de pies y manos, lo encerraron en una cueva oscura del desierto y amontonaron rocas sobre ella para evitar que escape. Esa cueva, se convirtió en botadero.
En el libro de Enoc, se precisa un detalle, que vendría de la boca misma de Altísimo: “Y toda la tierra ha sido corrompida a través de las obras que fueron enseñadas por Azazel. A él la culpa de todo pecado”. Desde esas expresiones, viene bien entender que, si el desierto es habitáculo natural de los demonios –recuerden que Lilith fue a parar a los desiertos del mar rojo, por ejemplo- entonces el envío de un chivito en el que el oficiante ha impuesto las manos, lo ha manchado de sangre y lo ha llenado de maldiciones, imprecaciones e injurias que representan el pecado del mundo; entonces, se hace necesario reconocer que mientras Yavéh es la expresión de la santidad y la pureza, el otro, Azazel, es una deidad opuesta: es el pecado que habita fuera del espacio de la humanidad, en el desierto, en las profundidades de las cuevas. Allí donde no es posible siquiera el crecimiento de una hortaliza. El envío del macho cabrío para Azazel al medio del desierto no sería más que, una expresión de desprecio.
Nos libren los dioses de encontrarnos algún día en la boca de la Cueva de Dudael. Azael parece pertenecer al lado obscuro de la fuerza.
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