“El problema más grave (de la justicia) es que los jueces sueltan a los delincuentes”, decía una persona en las redes sociales con ocasión de la liberación de un imputado, cuyo caso es conocido por los medios periodísticos y, desde esa premisa, otro explicaba el hecho en la “corrupción de los jueces” y sin más concluía que era necesario “mandar a su casa” o “meterlos presos” a todos los operadores de justicia.
Uno de ellos, con el que entablé una conversación privada, finalmente decía, que “no era posible que si los medios de comunicación dan cuenta de que se ha cometido un hecho (ilícito), cómo es que los jueces no puedan verlo” y, también reconoció que nunca había presenciado un juicio penal. Es más, decía le causaba repulsión el solo hecho de pensar que debía ingresar a un establecimiento del Poder Judicial.
Sobre ello me viene una pregunta ¿cómo podría yo hacer una crítica del desempeño de la selección nacional si no he presenciado los últimos partidos de fútbol en los que ha jugado? ¿Cómo podría hacer una calificación de la sazón y buen gusto de un restaurante si nunca lo he visitado? ¿Qué podría decir sobre la literatura barroca si no he estudiado el tema? La justicia se somete a graves epítetos gracias al banal ejercicio del derecho a opinar sin necesidad de justificar el contenido de la expresión.
Desde mi particular perspectiva, el problema de la justicia son sus ciudadanos. En el último año he tenido que dictar sentencias absolutorias por una razón fundamental: los testigos que vieron el hecho nunca llegaron al juicio para declarar sobre lo que vieron u oyeron, los agraviados que dicen haber sido afectados en su patrimonio por hurto o robo, cuando declaran dicen no recordar los hechos, e incluso, se atreven a indicar que “hicieron la denuncia obnubilados por la cólera”. Los fiscales suelen quejarse que, el mayor problema para asegurar una sentencia condenatoria es la poca colaboración de testigos y detallan que, a las limitaciones presupuestales de la Unidad de Víctimas y Testigos, se suma la poca colaboración de los propios agraviados. Señalan que, las veces que son citados para declarar sólo se presentan en la primera oportunidad y, luego, si hay necesidad de ampliar, se niega a dar detalles bajo la expresión “pero ya declaré la vez pasada” y, aún cuando “se dan maña” los servidores del Ministerio Público para encontrarlos (dado que muchas veces se niegan a salir de sus domicilios), éstos finalmente terminan aguándoles la fiesta, porque no se presentan al juicio oral. La mejor justificación hasta ahora escuchada y más repetida es: “El testigo tiene miedo de declarar por el temor a las represalias contra él. Tiene hijos chiquitos”. Estoy convencido de que, en alguna ocasión tal expresión es cierta, pero ya se ha convertido en tópico de pretexto, que ha perdido credibilidad.
El Ministerio Público seguirá perdiendo sus procesos penales de extorsión, robo, lesiones por violencia familiar, corrupción de funcionarios, etc. solo porque los ciudadanos del Estado Peruano son apáticos ante el compromiso real. ¿Que es complicado estar en un juicio? Si, claro que lo es. Los acusados se valdrán de cualquier artimaña para suspender la audiencia y, el testigo “ya perdió” el jornal diario, pero ello no puede ser impedimento ni excusa para no presentarse en la siguiente audiencia. Tendría que ser el aliciente: que los malos no nos ganen la batalla.
Dado el estado de cosas, se hace necesario atender a otras herramientas procesales: la prueba anticipada. En teoría se puede recoger las declaraciones de testigos y, luego hacerlas valer como medio de prueba en juicio a través de prueba anticipada; sin embargo es una herramienta inútil, no porque no sirva, sino porque no se utiliza. Lamentablemente, en los casos de violación sexual tenemos que volver a maltratar a las niñas (por ser mayoría) obligándoles a contarlos sus padecimientos, incluso con detalles hasta en tres o cuatro oportunidades durante todo el proceso, cuando nos bastaría usar la prueba anticipada para que la primera declaración sea suficiente para alcanzar la calidad de medio de prueba. Lo mismo para aquellos ciudadanos que -estando de paso por nuestra ciudad- son asaltados o atracados por gente de mal vivir. ¿Una persona de Madre de Dios estaría en la disponibilidad de viajar hasta Río Seco para declarar sobre un hecho que prefiere olvidar? Sería saludable que los ciudadanos y los abogados defensores (en particular los de las victimas) exijan que se utilice, siempre que se presenten los requisitos que la norma procesal exige.
Otra herramienta interesante es la video conferencia, pero lamentablemente tiene sus limitaciones operativas. De ordinario, en aquellos casos graves en donde el juicio se realiza en el penal, nos encontramos con el hecho de que no todas las salas cuentan con el programa informático o, en el otro lugar no se tiene las condiciones técnicas para la conexión o, deficiencias en la red impiden la realización de la audiencia, etc. Nos parece más útil la prueba anticipada, que tiene otras ventajas como la recepción de la declaración tesmonial bajo la frescura del recuerdo próximo ante los hechos.
Regresemos al punto de partida: el estado de la justicia en el país, es responsabilidad de sus ciudadanos. Si fuera el caso, los jueces y fiscales no estarían en la disponibilidad de torcer el derecho, si advirtieran el compromiso testifical de quienes estuvieron en el lugar de las ocurrencias, si los colectivos ciudadanos –organizaciones de la sociedad civil- contribuyeran con la exigencia de presentar a los peritos y testigos que aseguren la certeza y credibilidad de las hipótesis incriminatorias. La justicia no sólo es de jueces y fiscales, también es de la ciudadanía y, ésta queda representada en el proceso penal por los testigos y peritos.
Sin necesidad de amenazas de conducción compulsiva o de denuncia por desobediencia a la autoridad, los ciudadanos que son llamados para testificar tienen obligación de presentarse. Es el modo como ha de mejorar la justicia. No obstante, consideramos también, que lo óptimo es que la ciudadanía no produzca más delincuentes. Pero bueno, no sé si le estoy pidiendo peras al olmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario