Ambas expresiones se hacían difíciles de entender. Al menos para alguien de nueve años. Lo único inteligible era que de estudiar no podía derivarse nada malo. Hay una tercera, una que me gustaba escuchar que ella me la explicará: "más vale perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto". Ella intentaba graficarla como con manzanitas y, al final, luego de darse cuenta que no podía entenderla, de aburrimiento, espetaba: "mejor anda juega pelota". Mi cara cambiaba, y ella advertía el truco: "para eso lo haces, so bandido".
Siempre que se cruzaba por mi delante, algo llevaba en la mano: una cuchara de palo, el frasco de queroseno de la cocina, un paño para remendar, la olla de las natillas, una cinta de grecas... Nunca sus manos estaba vacías. Si era algo de comer.. camote, cancha, gofios, o lo que fuera, me ponía un pedacito al lado... Se sonreía y luego con cara de circunstancia, expresaba: "primero termina lo que estás haciendo". Combustible, otra vez.
Una noche, a la luz de un lamparin -de esos de kerosene, mecha y tubo de vidrio- al verme sentado haciendo sumatorias, me preguntó ¿Y eso te servirá pa cuando seas grande? ¿Qué vas a ser de grande? Nunca antes me había preguntado eso con seriedad... Y lo más cerca que se me hubiera ocurrido era ser futbolista. El mundial de España recién había pasado y mi imaginación solo tenía como objeto un esférico de 32 paños. ¿Que vas a ser de grande? Volvió a preguntar. Hasta esos días, creo, nunca había escuchado la palabra "abogado". Ni siquiera lo imaginaba.
¿A que vienes en estos días? Buenas noches abuela. Todo está bien. Descansa... Todo está bien...
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