"Hasta cuando abusaras, Catilina, de nuestra paciencia”, decía Cicerón en su muy famosa primera Catilinaria. Lo mismo podríamos decirle a Turismo CIVA por los muy constantes abusos cometidos contra sus pasajeros. Entre la semana pasada y la que corre hemos enviado tres cartas, de fechas 08, 10, y 14 de mayo, con las que denunciamos abusos de sus conductores: específicamente, el llenado de combustible cuando el bus está lleno de pasajeros y el abordaje de pasajeros de contrabando que incomodan a los que están sentados y los ponen en riesgo en caso de accidente.
La empresa no ha contestado ninguna de las cartas. Es decir les ha importado poco. Muy por el contrario sus conductores, ayudantes y cobradores se han puesto a la expectativa para lanzar supuestos “puyazos” en contra del autor de las misivas. Lo cierto es que la pretensión no es incomodar al conductor –que completa su jornal diario sacándole la vuelta a quien le presta empleo- menos aún evitarle al llenador –que probablemente no está en planilla- se gane su sencillo cobrando por equipajes menores a los veinte kilos o a aquel que se quedó dormido prefiera la incomodidad de viajar de pie antes que llegar tarde al trabajo. La intención de las cartas es asegurar que los pasajeros que pagamos un pasaje, podamos –en medio de algunos asientos destartalados- tener un viaje tranquilo y, que sin sobrepasar los límites de velocidad permitidos, podamos llegar a nuestro destino lo más pronto posible.
No sé cuanto pueda pagarle la empresa a sus conductores, pero el hecho de que estén dispuestos a trasgredir la ley para sumar “alguito” a sus remuneraciones nos habla mal del empleador. Nuestros malos pensamientos se agravan si luego de tres cartas, el área de control de daños aún no se ha activado para hacer frente a la contingencia; o en todo caso, la ha enfrentado tibiamente, al punto que los pasajeros piratas siguen siendo las cerezas que adornan los pasillos del bus, incomodando a los que van sentados, sea porque se apoyan en los asientos dejando muy próximos sus “cuatro letras” a la cara de pasajero diligente, sea porque, con sus movimientos –en busca de comodidad- imposibilitan la lectura o el sueño de aquel otro que llegó temprano. Quizá si los conductores y tripulantes, al igual que este pasajero reclamón, plantearan su pliego de reclamos sobre las carencias que la empresa tiene para con ellos (por ejemplo, dotación de uniformes, mejores remuneraciones, inclusión en planillas, pago de utilidades, etc.) y ésta se sumara a las deficiencias del servicio ya denunciadas, entonces, de seguro, todos saldríamos ganando. Incluida la empresa que ya no tendrá pasajeros obligados por la necesidad, sino clientes asegurados por la fidelidad dado el buen servicio prestado. Lamentablemente, no parecer ser ésta la intención de la empresa cuestionada.
En las cartas ya señaladas denunciamos irregularidades de cuatro buses, tres de ellos identificados con las placas B3P-967, B4J-959 y B6R-963, y en cada caso con las respectivas fotografías que ilustraban el asunto, pero parece que les importa poco. No obstante y, aun cuando SUTRAN e INDECOPI no han intervenido pese a algún artículo en el que se les recuerda su obligación, creemos que aún quedan otras instituciones que pueden intervenir: la Policía Nacional del Perú, por ejemplo, bien podría imponer sanciones administrativas por faltas contra el reglamento de tránsito, mientras que a los pasajeros –a buen número de ellos- les corresponde levantarse del letargo y cuestionar el maltrato recibido.
Y sobre el tema una anécdota. Se ha creado desde mi cuenta de facebook un grupo denominado “la ruta Piura Chulucanas” (de acceso libre) y en mérito de las fotografías publicadas una usuaria cuestionaba si no tenía nada que hacer y me preguntaba en que me afectaba un pasajero de pie. El asunto es que, más allá de que la ley lo prohíbe, tengo derecho a que los riesgos que supone el transporte rodado sean los menos posibles; así, en caso de accidente (choque con otro vehículo o con alguna vaca) lo que menos pretendo es morir aplastado por un sujeto que ni siquiera tiene boleto y menos aún –por su calidad de “pirata” no está comprendido en el seguro de accidentes, que espero la empresa tenga contratado para cada uno de sus buses. Seguiremos en nuestra cruzada.
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