"Antes que todos era yo; y mis padres, me donaron su poder". Sonrío con él y las luminarias del cielo se inquietan. "Anu es el dios del cielo", replican.
Alala, desde muy atrás, como voz atenuada, solo y casi sin querer, anuncia: "y un día fuiste mi copero, como yo lo fui de Ansar y éste de Luhmu y así hasta llegar a Dür". El tiempo no es eterno, pero Anu, ahora, preside la asamblea de sus iguales; de los que fueron antes y de los que serán en tanto el tiempo sea.
Nigursat -Ki, la tierra- se sienta a su lado y comparte su trono. Está embarazada. Guarda en sus entrañas al poderoso señor del aire, invisible pero potente como las tormentas; no obstante, tenue como la brisa... Transparente que deja que Anu con la lluvia fecunde a la tierra cada verano... Un dia, este presidirá la asamblea de los dioses, un día Anu no será.
Vienes a mis sueños y haces tronar tu voz. Todos te oyen reverentes. Ki, en otro tiempo será Antu y en otras geografías la llamarán Nammu. Los hombres te venerán y doblan sus rodillas. Yo, contempló tu poder y, aunque ahora inflas el pecho, sabes que prontamente Enlil te suplirá en las tareas. Los reyes de la tierra reconocen tu deidad y, te acompañan con lo mejor de sus ofrendas: simulan que sus tronos son reflejos del tuyo, y que sus gobiernos son tan justos como tus relaciones con tus iguales. Ahora, acompañado de poder y majestad, te sientas en el trono del cielo.
Ummmhhh... No sé porque, pero esto me sabe, me huele, suena a aquello que se cuenta en el salmo 82. No hay nada nuevo bajo el sol... Y recuerda eres hijo de Tiamat. Ella fue primero.
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