viernes, 5 de mayo de 2023

Almuerzo

Ese inicio de tarde fue agotador. La jornada en los caseríos de Las Mónicas, Pueblo Libre, Malingas, Paccha había sido extenuante. La olla de la Hi-Lux iba repleta de diaconisos que, aunque cansados, contaban las anécdotas del día. 

Era parada obligatoria ese rústico restaurante en el camino entre Sullana y Tambogrande. Era motivo de alegría... ¿Quien rechazaría una jarra de clarito a las dos de la tarde o un arroz con su hígado encebollado o sus cachemas fritas con sus cebollas encurtidas en limón? El arroz con cabrito o el seco de pato eran competidores de temer.
El de la caja chica, hizo sonar un par de palmadas para advertir que solo pagaría el almuerzo de cada quien y una jarra de chicha por cada dos. Lo demás, ceviche o lo que fuera, a cuenta del pediche... O sea, de uno mismo. Luego de una breve y apantallada reclamación, cada quien hizo sus pedidos. El "ecónomo" llevaba el cardex.

Uno de los tragones, pidió su respectivo arroz con pato y le daba trámite con parsimonia... Un pedacito de presa puesta a un costadito del plato, la separación de una tajada de arroz revuelta en sus frejoles yyyyy... !Pa adentro! Y mientras contaba cosas graciosas, el procedimiento era el mismo. El asunto es que su ingeniería no era buena... Pronto se quedó sin frijoles. Se levantó de la mesa, recorrió el breve espacio que separaba el salón de comedor y con voz de perecido... "Ña  María... Uno poquito de menestra, pa que el arroz no se quede solito". La mujer le sonrió por el atrevimiento y con un movimiento especializado de cocinera experimentada, le dejo caer no solo un poco de frijoles, una presita, -chiquita, chiquita- también apareció en el plato... "Gracias" replicó el hambriento.. "Si no fuera que ud. ya tiene huere, yo me la llevaría" le anunciaba mientras regresa a su mesa.

La conversa siguió en las mesas... Hasta que un "en veinte salimos" le puso apuro a los comensales. El susodicho, seguía en su procedimiento de un pedacito de carne, un poquito de arroz y otro de menestra... En ese trajín se acabó el arroz y.. otra vez: "Ña Maria... (Con cara suplicante) una ñizquita de arroz... Pa mi siguien bajada le traigo un saco de allá de Partidor de donde mi compadre Terencio..." La mujer -ahora con cara de fingida desaprobacion- le regaló una cucharada de arroz y mientras el muchacho agradecía, le espetaba: "Ya carajo, coma parejo, coma parejo, que lo que ud paga no alcanza ni para el carbon".

El reñido se quedó sin ganas de volver por más. El encargado también le cayó encima: "apúrate oe, que por ti siempre nos retrasamos". Con cara de vergüenza, volvió a su tarea: un trozo de carne, una porcioncita de arroz y otra de menestra y, a darle trabajo a las mandíbulas. 
Buen día.

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Miedo

Su agenda no tenía espacios... Cada año compraba en el pasaje de la calle Lima, -que está cerca a la sede de justicia- una agenda portafolio...