En estos días el viaje a Chulucanas es una delicia para quienes gustan de la naturaleza. La alfombra verde que nos han regalado las últimas lluvias asegura un espectáculo agradable para la vista. Sin embargo, tales cualidades no pueden predicarse del servicio de transporte, en que las reglas del libre mercado han sido secuestradas por las tres o cuatro empresas que prestan el servicio.
No se puede negar que en las últimas semanas se han introducido omnibuses nuevos, pero en general, éstos son viejos y la suciedad de los mismos se aprecia en los dañados sistemas de reclinación de los asientos y las cabeceras achocolatadas por el acumulado sudor de los viandantes. Ninguna de las empresas tiene un terminal en Chulucanas. Sus oficinas administrativas son muy pequeñas y los pasajeros prefieren esperar en el mismo bus. Y aquí continúa el desorden.
La administración empresarial aprovecha esa “buena intención” y se evita el llenado de las listas de pasajeros: los pasajes se entregan sin cumplir con el llenado de los datos del viajero, sin verificar que los menores de edad viandantes son conducidos efectivamente por sus padres y si tienen o no DNI. No se diga nada de las listas de control de pasajeros. Los boletos se venden como caramelos… El pasajero se encuentra con el boletero en la misma puerta del bus y sube para buscar el mejor asiento y con ello se enciende el brasero: el calor es insoportable y si es el mediodía, muy probablemente no necesitarías de sauna alguno para quemar algo de grasa, aunque merezca la incomodidad del de al lado, quien deberá soportar el malestar de tener a su costado a una persona sudorosa y hasta mal olorosa. El padecimiento es de hasta 30 minutos, pues las salidas responden al hecho de que se hayan vendido todos los asientos e inclusive aquellos que se han acondicionado al final del bus con filtros de aire y espumas desgastadas.
Los usuarios nos hemos acostumbrado a esta informalidad. Estoy seguro que si mañana alguna de las empresas empieza al llenado de las listas de pasajeros, éstos se han de incomodar de ofrecer información que ha de repetirse cada vez (pues muchos de los pasajeros son servidores y funcionarios públicos que viajan todos los días), pero el asunto se resuelve con una computadora, una impresora y un buen programa de registros. Elevación de costos y sería la justificación para subir los pasajes. Dueños de buses frótense las manos… En realidad, el valor del pasaje es uno de los más altos.
Si comparamos distancias, por ejemplo, Piura Tumbes tenemos que en ésta se contiene cinco veces la que se recorre de Piura a Chulucanas, pues en el primer caso hay 290 km. aproximadamente y en el segundo sólo 60; pero la diferencia de precios de pasajes –en servicios de transporte similares- es grave pues el valor del servicio es 33.33% más caro. En soles, el sobreprecio es de un sol (que deberá multiplicarse por 2 viajes al día y luego por 20, que es el número de días laborables al mes). El tema es el modo como se materializan las reglas del libre mercado en uno y en otro caso.
Para la ruta de Piura-Chulucanas los empresarios han concertado los precios y no hay una real competencia pues existe el acuerdo de que los buses salen escalonadamente, uno tras otro pero con la consigna de que han de favorecerse a una empresa por cada vez, con lo que efectivamente no hay competencia sino un conveniente reparto de horarios de salidas, que imposibilita la competición empresarial. ¿Qué pasaría si dos o tres buses de empresas distintas llenan a la vez? Saldrá primero el que llene más pronto y para eso probablemente deberá mejorar el servicio: aire acondicionado para los que esperan en el propio bus, disminución de precios para hacerse más atractivos, atención amable al usuario, etc.
Mientras tanto las instituciones encargadas de velar por la libre competencia y de asegurar que las empresas de transporte cumplan con las condiciones básicas de servicio de pasajeros tiene una tarea pendiente. Nosotros insistiremos en el tema.
Publicado en diario El Tiempo 03 de abril de 2013.
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